La tauromaquia: un crisol de arte, oficios y valores ancestrales Por Patricia Muñoz En un mundo que cambia a ritmos vertiginosos , donde ...
La tauromaquia: un crisol de arte, oficios y valores ancestrales
Por Patricia Muñoz
En un mundo que cambia a ritmos vertiginosos, donde las modas tienden a dictar los valores, hoy —en el Día de la Tauromaquia— es necesario mirar con profundidad esta manifestación cultural que ha sido durante siglos una expresión de arte, rito, identidad y reflexión sobre la vida misma.
La tauromaquia no es un simple espectáculo. Es una compleja dramaturgia donde convergen todas las artes: la música de pasodoble que envuelve el ruedo, la literatura que la ha inmortalizado en las palabras de Lorca, Hemingway o Sabina; la escultura y la pintura que han plasmado su estética en obras de Goya, Picasso o Barceló. El traje del torero es alta costura y símbolo; la arena, un escenario de geometrías precisas; el toreo, una danza entre el hombre y la bestia que exige dominio, respeto, valor y verdad.
Pero no solo las artes dialogan en esta tradición. En torno a la tauromaquia viven oficios y profesiones: veterinarios, músicos, sastres, periodistas, herreros, psicólogos del comportamiento animal, fotógrafos, cineastas, críticos, poetas y artesanos. Es un ecosistema cultural que genera identidad, sustento y reflexión.
Decir que en la tauromaquia hay amor por la vida puede parecer paradójico, pero es profundamente cierto. El ritual no glorifica la muerte, sino que exalta la conciencia de lo efímero, del coraje ante lo inevitable, de la dignidad frente al destino. El toro de lidia vive para el rito, es criado con respeto y orgullo, y su sacrificio —sí, doloroso— forma parte de una ceremonia que conecta al ser humano con lo ancestral, con la tierra, con la lucha interior.
Frente a la oleada de cancelaciones sin matices, vale recordar que las culturas se preservan no por capricho, sino porque contienen símbolos, preguntas y expresiones que no deben desaparecer por moda o falta de información. La tauromaquia no obliga, no impone, pero sí merece ser comprendida Y respetada.
Hoy más que nunca, el arte de torear es un acto de resistencia. Una forma de no olvidar quiénes somos.